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jueves, 13 de noviembre de 2014

Propuesta de un beso

      



   Si a poco de levantar el Muro de Berlín, acaso sellándolo con un beso -que decía la canción-, pasmaron al mundo entero Honecker y Breznev, tan talluditos ya ellos, con este atornillado beso de película guay –es de ver la disposición verdaderamente hollywoodiense de las cabezas, el cañón de luz que les estalla a los dos sobre los rostros, purificándolos, los bien cerrados ojos de ambos partícipes, signo éste de concentración y esmero sumos, el empuje entrante como de oso del uno y la rendida aceptación entreabierta del otro, esa simétrica inclinación de las testas en los tortolitos claroscuros, que hasta parecen oírse alrededor primorosos los violines-, no estaría de más ahora, digo, que para rubricar la próxima fundación del Oasis, es decir, la elevación de un nuevo Muro, la indudable pareja política del momento, Artur Mas y David Fernández de las CUP, protagonizaran un similar e inmortal ósculo ante las cámaras.
    
   Si siempre se ha dicho que hace la política extraños compañeros de cama, acaso lo de esta extraña pareja –el prototipo ejemplar de la alta burguesía catalana políticamente amancebado con el cachorro probatasuno comunista e internacionalista para más inri apellidado Fernández- rebasa lo imaginable. Con qué ilusionada unción aplaudió el airado Chico de la Sandalia la solemne firma por Artur de la Consulta Masiana, con qué conmovedora fidelidad ha refrendado cada uno de sus pasos, cuántas veces y con qué balsámica solicitud, cuando las internas querellas con el increíble Junq habían avinagrado el rostro de Mas, acudió Fernández en compañía de Artur, evitándole las amarguras de la soledad… ¿Acaso no contemplamos ahorita a Fernández de las CUP nada menos que presidiendo, responsabilizándose por tanto de que llegue la misma a buen y seguro puerto, la delicadísima, para Mas y para CiU, barca de la comisión parlamentaria encargada de difuminar los fantásticos latrocinios del clan Pujol?  Siempre les quedará Andorra, claro.
     
   Decía Musset que “el beso es el contacto de dos epidermis y la fusión de dos fantasías”. Y no se podrá decir que precisamente de fantasía anden bajos Artur y Fernández. Escribió, inmortal, Bécquer aquello tan bonito de… “Por un beso… yo no sé qué te diera por un beso”. Pues ea, como para sellar el Muro facieron Honecker y Breznev, que lo mismo hagan por el suyo Mas y David. Que se besen así, sí. 

    


  (¿Te gusta el blog? ¿Lo valoras? Necesito vender algunos ejemplares más de mi libro, que es además muy bueno -creo-, para seguir escribiendo. ¿Me lo pedirás? Precio por correo normal: 10 euros) 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa foto debería ser repartida entre todo el empresariado catalán: el chaval alpargatero con el mayordomo mandamás hablando con mucha cercanía. Así considerarán los empresarios el precio que tienen sus apoyos y silencios en la causa nacionalcatalanistal. misael