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miércoles, 22 de abril de 2015

La magia de los besos



(Mañana es el Día del Libro. El mío es LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS. Puede ser el tuyo también)
Ayer puse aquí un capítulo entero. ¿Te gustó?
10 euros por correo ordinario. Personalmente dedicado. Pídelo en josemp1961@yahoo.es 

Mi voz, en COPE, entrevistado por Cristina López Schlichting, sobre el porqué y el para qué de mi libro, cinco minutos


    No puedes entonces tú verte, claro. Pero yo, satélite adosado a la hoguera clamorosa de tu órbita, tan cerca de ti entonces, me erijo en notario del culmen de tu hermosura, y es que ocurre, mujer, que los besos enamorados, a mansalva suave esparcidos por la extensión toda de tu faz, por las dunas de tus mejillas y sus cuencas, por el cisne de tu cuello y el trigal de tu frente, por la densa selva de tu pelo, por la ciruelita de tu barbilla y el níspero azul de tus pómulos, por el cartabón de tus mandíbulas y las postrimerías de tu nuca, hum, esa pelusilla erizada allí, angélico cabello, por doquier de tu cabeza la plaga germinal de mis besos traviesos espolvoreada,  oh, el prodigio que entonces transcurre, mujer, no lo puedes tú ver pero yo sí, que conmocionado levanto el acta de la explosión de belleza que llevabas guardada muy adentro, acaso sólo para mí, esa ilusión yo me hago, y qué bien, qué bonita esa traca de tersura que te estalla por toda la cara entonces, cómo al aire de mis besos atolondrados,  mas verdaderos, se te engalanan los contornos del rostro, de arcilla reluciente ahora, cómo increíblemente resplandeces, obra viva del mejor escultor de la Historia ahora, el delicado rostro de una venus avivada, a centímetros de ti yo, que te observo atónito bajo la lupa de mis ojos miopes, que es el soplo tan sólo de los besos el que te esculpe tan preciosa, los que transfiguran, perdóname, tu carita tan convencional como la mía para el mundo antes, en un tesoro increíble que sólo para mí destaparas, como si fueran las ínfulas de mis besos la llave única del mismo, que llevan al quicio ellos la guapura toda que ocultabas bajo un pasable disfraz, el prodigio de gracia y armonía que es tu cara ahora, una península abarrotada de amapolas nuevas, páramo tornasolado y reluciente, luna rubicunda y juguetona que constato estupefacto a un palmo tuyo, que se me desorbitan los ojos ante el resplandor de tus rasgos manantiales, tan radiante tu cara ahora que a mí, poetastro en la penumbra, me haces creer un mago, un artífice que sólo a besos te trocara en muchacha entusiasmada, que fuera sólo el viento de mis besos algo abarullados los que obraran el milagro, ellos los que te devolvieran de golpe cada noche al país de tus edades favoritas, el que encofrabas sólo para mí, tan bonita sólo para mí, que nadie más puede paladear tu íntima hermosura, ni siquiera tú la puedes ver, que sólo a través de mis ojos dichosos, y de mis letras torpes, puedes tú ahora mismo leer.    



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