La Izquierda ante los extremismos: según y como, oyes

  

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   A la buena persona de izquierdas, a más a más de la bondad, que en ella es natural, es la indignación (ante la Injusticia que asola este mundo cruel) y el ser combativo lo que en esencia les define, colorea y agita. Corazones tendidos al sol, sensibles como nadie ante las desigualdades, se muestran siempre “en lucha” por un mundo mejor. Buena parte de ellos cierran así el puño en alto y desgañitan los vientos por hallarse siempre “en la lucha final”. En consonancia con esta sustantiva disposición al combate, en cuanto ven despuntar en lontananza un extremismo que no les gusta (pongamos por caso Trump, o la extrema derecha donde sea), presto cierran filas y todos a una, repletos de justiciera ira, por tierra, mar y aire de agit-prop llaman a la pelea y a la guerra contra el mismo, el belicoso ¡NO PASARÁN! que tienen siempre a gala ellos. Mas, oh prodigio de la coherencia, cuando el extremismo rampante –pongamos separatismos progres o yihadismos- no deja en el fondo de hacerles tilín –en la medida en que apunta al Enemigo Común, la Derecha Española-, amigo mío, descubren entonces de pronto y como por arte de magia las bondades de la moderación. Exigen todos sus Líderes ahora comprensión, diálogo, mucho diálogo, mucha negociación, por la paz, por la paz, en contra de las banderas y del Odio. ¡Ellos, que en buena medida consisten precisamente sólo en eso: eslóganes, banderas y odio!