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domingo, 26 de noviembre de 2017

Irene Villa, que no quiso ser Símbolo: la diferencia con la Izquierda

   

   
   La veíamos una tarde de estas (antes de ser ella triste noticia por su reciente y fallido embarazo) en Tele 5. Esa luz bondadosísima que ella siempre irradia, el chisporroteo libre que en sus ojos, a pesar del Tiempo, no cesa, su alegría contagiosa, todo eso que los crueles terroristas no pudieron aquella vez en ella tronchar. De forma espontánea, en el íntimo sentir de muchos españoles entonces, 26 años ha ya,  sin mayor empeño oficial, pues, a diferencia de la intelligentsia izquierdista, ni idea tiene la Derecha de promover y hacer perdurar en las mentes esas multitudinarias palancas afectivas, se convirtió entonces Irene en el más claro Símbolo compartido de una pureza viva que los etarras habían pretendido despanzurrar. Pasó el tiempo, claro, el mismo que algunas cosas cura y otras a medias sólo. Podría legítimamente Irene haberse consagrado en vida a perpetuar su condición de Símbolo, a enclaustrar su Ser en ese haz de emotivas referencias que en ella se condensaron, podía haberse fosilizado alrededor de la memoria de su genuino dolor y de la perenne justicia de su Causa. Nadie podría haberle reprochado nada. ¿Acaso no le duelen a Irene aún las piernas que ya no tiene?
   Renunció a ser Símbolo. Quizás por simple pálpito interior, optó por ser Persona, por abrazar la vida, por crecer como ser humano radiante y específico, abierto a la corriente libre y en marcha de la existencia. La mujer, en general, aprehende mejor la vida, quizás porque es ella quien la trae. Así Irene. Estudió con aprovechamiento un montón de disciplinas, se licenció en Periodismo, en Psicología, colaboró con destreza en los medios de comunicación, se ejercitó en numerosos deportes, se casó, se hizo escritora, tiene tres hijos.

   Ni el menor reproche asoma en Irene Villa desde entonces hacia la izquierda filoetarra en sus distintas gradaciones. Ni siquiera, pudiendo decir tanto a tantos, de Política habla desde hace mucho. ¿Es imaginable en la Izquierda esa renuncia a tan acabado como hermoso Símbolo, tan movilizador y por sí mismo convincente sobre la conciencia de todos como el que Irene Villa representa? Difícilmente, pues, en general, las buenas gentes de izquierdas viven por/para/de/con/hacia la Política. Así, lo vemos a diario, ochenta años después siguen con su raca-raca, así vemos a los hijos heredar y hacer suyas las batallas de sus padres y abuelos. Por eso mismo sus Causas y sus casos, en incansable ritornello, son de todos conocidos y perennes. Por eso moldean la conciencia de esa mayoría que sigue la Política de lejos. Por eso mismo la ejemplar vida de Irene Villa, también la preciosa Causa que un día la movió, pronto se perderá como lágrimas en la lluvia, que dijo aquel. Por eso tantas cosas. 
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