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lunes, 5 de febrero de 2018

Nuevo rifirrafe mío con el Profesor Pro-separatista y Jurado en los Príncipes de Asturias

    


   ¿Recuerdas la polémica que sobre el separatismo rampante mantuve en redes con un, amén de Jurado en los Príncipes de Asturias, insigne crítico y poeta de la Progresía? (en el blog 23-9-2017)
       Como quiera que el ilustre artista pro-separatista en días pasados volviese a las andadas, allá que acudió uno, presto a desfacer el entuerto, por ver si algo claro le hacía ver a este tuerto. Y esto fue, querido lector, lo que dio de sí la cosa, que ya vas tú y con tu fino criterio la juzgas.  Así se abrió de capa el Señor, Jurado en los tal:
     “Hace cuarenta años fui a votar por primera vez con toda la ilusión del mundo; desde entonces, con mayor o menor entusiasmo, no he dejado jamás de hacerlo. Pero si mañana hubiera elecciones no sabría a quién votar. Me avergüenzan todos los partidos españoles, y muy especialmente los más afines a mí, los de la izquierda. No voy a decir por qué. Pero voy a contar una historia. Durante el reinado de su católica majestad, Isabel II, la esclavitud seguía siendo un gran negocio. El comercio de esclavos estaba prohibido, y barcos ingleses vigilaban el territorio de Fernando Poo para evitar que partieran cargamentos de tan lucrativa mercancía. Pero los cristianísimos súbditos de la corona española seguían haciendo de la suyas. La propia corona daba ejemplo y buena parte de la inmensa riqueza de la madre de la reina, la ex regente María Cristina, de ahí procedía. ¡Y pobres de los abolicionistas! Iban contra el más sagrado de los derechos, el de la propiedad. La esclavitud estaba reconocida por todas las leyes, tratar de acabar con ella era subvertir el orden público. Ahí estaban los jueces –el Tribunal Supremo como máxima autoridad– para defender el derecho de los propietarios. “La ley es la ley”, decían entonces los buenos españoles cuando se metía en la cárcel a quienes ayudaban a un esclavo huido. Yo estoy orgulloso de Blanco White, de Carolina Coronado, de Emilio Castelar y de los otros políticos republicanos que se opusieron a leyes injustas; estoy avergonzado del resto de los españoles de entonces, comenzando por la reina, siguiendo por los obispos, los políticos liberales o moderados, los buenos padres de familias, las señoras de misa diaria. ¿De quién podría sentirme orgulloso hoy? No de los patriotas de la banderita en los balcones ni de los del tricornio y tente tieso, por supuesto, pero tampoco de quienes más me han decepcionado en menos tiempo, Pedro Sánchez o Pablo Iglesias, pactistas, componedores, temerosos de que declarar claramente que están a favor de la abolición de la esclavitud (del primero no estoy tan seguro de que lo esté) les haga perder votos. Esa es la razón de que no hable de política. Me siento un extraterrestre en una España de la que, hasta hace bien poco, me sentía orgulloso. Hoy, leyendo los titulares de los periódicos nacionales, escuchando las declaraciones de sus líderes presuntamente de izquierda, siendo vergüenza. ¿Seré el único? No me puedo creer que el miedo a dar libertad a los esclavos (o a dejar decidir libremente a siete millones de ciudadanos su destino político) haya hecho perder por completo la dignidad a mis compatriotas. No me lo puedo creer, pero temo que me lo hagan creer a golpe y porrazo. Por eso no hablo de política”.
     Y así se desarrolló nuestra mayéutica:
-¿Que nunca habla de política? Yo creo haberle leído aquí tomado partido por Pedro Sánchez frente a Susana D y Javier Fernández. También como ahora en nombre de la Dignidad, of course. Pero vamos, comparar ya a los separatistas -a menudo filobatasunos y supremacistas- , que quieren robarnos el derecho a todos de decidir lo que sea nuestro país, con los esclavos es ya de traca alucinógena. De Jurado de los Príncipes de Asturias, vamos.
-Solo hablo de política cuando no tengo más remedio, cuando se trata de acontecimientos históricos: la defenestración del líder del PSOE para que los diputados voten algo distinto de aquello que traían en su programa electoral, o en ese caso de ampararse en los tribunales para no permitir que en Cataluña gobierne quien han decidido los catalanes en las últimas elecciones. Yo tomo partido por unas ideas y unos principios y por los políticos que los representan mientras los representan. ¿Tan difícil es de entender que alguien razone y sea más amigo de la verdad que de ningún partido concreto?
-No, Profesor, lo que no se permite es que unos pocos, robándonos derechos fundamentales, decidan por todos y descuarticen España. Lo difícil de entender es la colaboración en la defensa ilegal de particularismos reaccionarios, que acabarían con el proceso de unión europeo. Más aún cuando se hace desde la sistemática falsedad, en una zona privilegiada económicamente, para favorecer a los patricios catalanistas de siempre echados ahora al monte, atropellando precisamente a los García, a los Martín, a los López, que son allí los más. Precisamente el nacionalismo separatista no razona, ofusca con adhesiones emocionales y populistas, mentira tras mentira.
-Voy a ser sincero, José Antonio. Todo eso que dices es burda propaganda sin relación ninguna con la realidad. Infórmate sin anteojeras (no te debes engañar), reflexiona luego un poco y luego hablamos.
-Seamos sinceros, vale, Profesor: qué ramplona argumentación (todo, sin relación alguna, anteojeras), qué paternalismo supremacista más retrógrado por su parte. Hablamos, eso, Profesor.
-Completamente de acuerdo. No se puede debatir en serio con alguien tan desinformado e ideologizado. Leer, enterarse, pensar, recapacitar. Y mis disculpas si suena a paternalista. ¿Pero qué decirle a quien no se ha enterado de que, lo que se decide hoy, es si se pueden aplicar o no los resultados de unas elecciones autonómicas perfectamente legales? ¿Cómo impedir que sea investido presidente el diputado que cuenta con la mayoría de los votos de los diputados de la cámara y a quien, a pesar de su situación procesal, la ley no le impidió presentarse como candidato y hacer campaña? Solo con la fuerza y retorciendo la legalidad. Difícil no ser paternalista y limitarse a comulgar, como tantos, con ruedas de molino. Los ciudadanos de Cataluña votan a quien quieren votar, no a quien nos gustaría que votaran.
-Ah, que ahora, Profesor, no hablamos del separatismo catalán, sino de la última treta del sedicioso Puigdemont, o sea, invocamos la ley y la Constitución cuando nos viene bien... para a continuación descuartizar España. Lo difícil es tragarse una detrás de otra las mentiras del supremacismo patricio catalán. La sociedad catalana está, tras 40 años de adoctrinamiento masivo, más dividida que la del resto de España, Profesor. La lista más votada fue la de Ciudadanos, supongo que algo significa. Y las bochornosas jornadas en el Parlament fueron un escupitajo patoso y pastoso a las elementales normas democráticas.
-Debería contenerme, pero es divertido responder a quien no da pie con bola. Los que invocan la constitución deben respetarla siempre, cuando les beneficia y cuando beneficia a quienes no la aceptan más que por obligación legal. Un juez no puede dejar de respetar la ley porque eso beneficie al delincuente, que no la respeta. La verdad es que es una maravilla responder a alguien que razona así, sin enterarse de nada. En un referendum (eso que se trató de impedir por todos los medios) hay dos opciones y gana quien tiene más votos. En unas elecciones al parlamento (o a los ayuntamientos) la elección del presidente, o del alcalde, no es directa: gana quien recibe más apoyo de los diputados o de los concejales. Por eso es alcaldesa en Madrid Manuela Carmena y no Esperanza Aguirre. No sé si eso es lo mejor, pero eso es lo que dicen la constitución y la ley electoral. La verdad es que José Antonio del Pozo me lo pone demasiado fácil. Puigdemont tiene más apoyos, bastante más, en el parlamento catalán que Rajoy tiene en el parlamento español (solo es presidente gracias a un apaño: se obligó a los diputados socialistas a abstenerse en contra de aquello para lo que los habíamos votado). En fin, que en este punto concreto, la razón la tienen "ellos" y hasta el tribunal constitucional, por muchas presiones que reciba del gobierno, aún no se ha atrevido a quitársela del todo.
-Caramba, Profesor, qué talante gasta Ud: que si no doy pie con bola, que si no me entero de nada, que si burda propaganda lo mío, que si luego hablamos. No es divertido debatir con Ud, es hilarante. Puigdemont es un golpista prófugo de la justicia. Si un nuevo gobierno autonómico quiere gobernar dentro de la ley, nada que objetar. La cuestión es que los supremacistas quieren destrozar la Constitución, España, y en consecuencia, la unión europea. Es muy gracioso que se aferren a la ley, cuando les conviene, precisamente quienes blanden la supuesta Voluntad del Pueblo -noción típicamente totalitaria- para pasársela por el forro. Por eso le dicen a Arrimadas que se vaya de Cataluña. Por eso claman que esa Tierra siempre será suya. Más gracioso es aún verle a Ud apoyar tan rudamente lineas de pensamiento (?) tan reaccionarias, creyéndose a la vez Defensor Sumo de la Dignidad. Pedro Sánchez no, claro: ni Pablo Iglesias osa tanto. Qué decepción, Profesor.
-Qué cosas. Lo que cada uno piensa ahí queda escrito. Que cada hipotético lector se apunte a lo que que le parezca mejor. Pero no puedo evitar una inútil precisión: ese prófugo de la justicia se presentó a las elecciones, dentro de la legalidad, y los electores le dieron su voto, dentro de la legalidad, ¿cómo es que ahora no puede ejercer como diputado? Ni el tribunal constitucional se atreve a negarle ese derecho y anda dando vueltas para ver cómo puede impedírselo. Trabajo les va a costar darle una apariencia de legalidad al desaguisado. Y si hay jueces imparciales (no españoles), ya veremos lo que deciden. Yo, como español, estoy orgulloso del comportamiento de los ciudadanos de Cataluña (independentistas o no) y avergonzado del comportamiento de buena parte del resto de los españoles (Pedro Sánchez incluido).
-¿"Orgulloso del comportamiento de los ciudadanos de Cataluña y avergonzado del comportamiento de buena parte del resto de los españoles"? ¡Mamma mía! Exacto, Profesor: qué cosas.
-Un honor, estimado José Antonio, pensar distinto. Ya veremos lo que dicen los libros de historia y quién pasa a ellos como un héroe y quien como un traidor. Recuerde las bienaventuranzas (bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, etc) y cuando lea sobre Nelson Mandela dedíquele un recuerdo a Oriol Junqueras.
-Un placer, Profesor. ¿La Historia? Aquello del ruido y la furia, Profesor. Según quién la escriba, ya sabe: Hitler, Stalin, Roosvelt, Putin... No, por favor, no me asemeje, at the end, a Junqueras con Mandela, que me vuelve la risa. Recuerde Ud a Gregorio Ordóñez, por favor.
-Qué bobada, con perdón. Ahora se saca a Eta a relucir.
-O sea, Ud me saca el apartheid, y yo no puedo hablar de un asesinado por ETA. ¡Qué jeta, con perdón, Profesor!
-Yo le saco a un preso político para compararlo con otro, no confundamos.
-Eso, no confundamos: Ordóñez fue asesinado por separatistas violentos. Junqueras no es un preso político. Y asociarlo a Mandela, tiene tela.
-Lo malo es la violencia, no las ideas. Nelson Mandela tampoco era un preso político para el gobierno y los José Antonio Del Pozo de su país.
-Lo peor es esa rudeza latente que a la mínima emerge, Profesor. Precisamente Junqueras es un genetista, que dice que los españoles somos como los portugueses, y los catalanes como los franceses, y olé. Para los José Luis García Martín de la Dignidad, Gregorio Ordóñez era un fascista, claro.
-Qué bobada. ¿Cuándo ha dicho eso Junqueras? Para mí Gregorio Ordóñez era un ser humano, una víctima. Y todas las víctimas son de mi partido.
-Ay, profesor, esas abruptas salidas de tono, qué poco profesorales son, con lo fácil que sería para uno devolverlas. Diario Avui 27-8-2008, Junqueras y su artículo "Proximidades genéticas": Señalaba también que sólo había tres estados en los que fue imposible agrupar a toda la población en un único grupo genético: "Italia, Alemania y España", y en España, en concreto, "entre españoles y catalanes". Junqueras, historiador económico, alumno de la escuela italiana, y divulgador durante años en los medios de comunicación de la historia de Cataluña, remataba el asunto: "En concreto, los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses que con los españoles; más con los italianos que con los portugueses; y un poco con los suizos. Mientras que los españoles presentan más proximidad con los portugueses que con los catalanes y muy poca con los franceses. Curioso..." Ah, esos do de pecho, tan sobadotes ya, tipo "todas las víctimas son de mi partido", son molto graciosas, yes.
-No conozco ese artículo, pero las proximidades genéticas no son cuestiones ideológicas, sino científicas. El artículo se basará en datos, ciertos o no. Deducir de ahí que Junqueras considera superiores los catalanes a los portugueses me parece (con todos los respetos) una bobada. Junqueras es un profesor serio, un intelectual. Mejor nos iría si hubiera muchos políticos españoles como él. Y en cuanto a suponer que yo no defiendo a las víctimas que no piensan como yo, sería ofensivo si no lo viera como uno transferencia: proyectamos sobre los demás lo que somos, creemos que ellos harían lo que nosotros haríamos.
-¿Un profesor serio? ¿Un intelectual, Junqueras? El prurito genetista de O J revela su tinte reaccionario. Las cursiladas que produce, incluso a Corín Tellado ruborizarían. No vale eso ni como chiste, Don J L. Y en cuanto a sus suposiciones y transferencias, en fin, sorprenden de nuevo por lo penosas, tan decepcionantes en Usted.
-Punto final, estimado comentarista. El quién es quién en esta conversación me parece que ya ha quedado claro.

-Muchas gracias, Don J L. Así lo creo, sí.

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